Finalmente llegó la sentencia contra Joel Tenenbaum, un joven estudiante de la Universidad de Boston a quien la RIAA demandó ante un tribunal federal por compartir 30 canciones en Kazaa, donde se le condena a pagar unos 16.000 euros por cada canción descargada.




Estamos ante el segundo proceso de este tipo llevado a cabo en los Estados Unidos, el otro tuvo lugar el mes pasado contra Jammie Thomas-Rasset que por compartir 24 canciones se la multó con 2 millones de dólares. Este tipo de juicio marca lo que parece ser la nueva “política” de la RIAA para frenar las descargas ilegales: conseguir sentencias condenatorias muy severas contra usuarios de “a pie”.

Una técnica casi tan vieja como la humanidad, crear miedo colectivo de alguna manera para mantener a la población controlada. Lo que falta por ver es cuantas sentencias condenatorias son necesarias para que el miedo cale verdaderamente de forma masificada, cosa dudo sea posible teniendo en cuenta la inmensa cantidad de internautas hay en los EE.UU.

¿Entonces para que vale todo esto? Según la RIAA para “educar”, según yo y otros muchos, para nada. Sigo sin comprender por qué las diferentes entidades de gestión de derechos de autor continúan empeñadas en luchar encarnizadamente contra la mayoría en vez de dedicar todos esos esfuerzos a buscar nuevos modelos. Bueno, en realidad si que tengo una teoría: a lo trasnochado nunca le gustó lo nuevo y siempre le tuvo miedo.

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